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Gustavo Batista Cedeño
(1962-1991)

Gustavo Batista Cedeño

Nació en Panamá, el 31 de mayo de 1962 en la ciudad de Las Tablas, provincia de Los Santos. Realizó sus estudios primarios en la Escuela de Peña Blanca (corregimiento de Las Tablas), escuela que hoy lleva su nombre. En el Colegio Manuel María Tejada Roca de la ciudad de Las Tablas obtiene el título de Bachiller en Ciencias. Luego, en la Universidad de Panamá, obtiene los títulos de Licenciado y Profesor con especialidad en Geografía e Historia.

Formó parte del primer taller de poesía de Pedro Correa Vásquez (1955-1996), a quien siempre llamó su maestro.

Mereció el Premio Universidad 1981, organizado por el Departamento de Expresiones Artísticas de la Universidad de Panamá, por su poemario Deseos, nunca realidades (DEXA, Universidad de Panamá, 1982). También mereció el primer premio del Torneo de Poesía de Verano 1986 organizado por el Instituto Nacional de Cultura (INAC), por sus poemas en prosa En lo callado del sueño.

Formó parte de varias antologías, la más importante: Poetas jóvenes de Panamá 1969-1982 (Editorial Signos, Panamá, 1982). Publicó poemas en la prensa local y en la revista Palabra Pública, así como póstumamente en la revista Maga, Viceversa y en la sección cultural Mar de Fondo del diario El Panamá América.

En sus meses postreros, incursionó en el plano de la crítica literaria, con más o menos una veintena de artículos que aparecieron en la sección Asteriscos del diario La Prensa entre 1990 y 1991.

En 1992, para honrar anualmente su memoria, Enrique Jaramillo Levi crea el Premio de Poesía joven Gustavo Batista Cedeño, para autores menores de treinta y cinco años, a través del Departamento de Letras del Instituto Nacional de Cultura.

En voces de la academia, el profesor Melquiades Villarreal Castillo nos dice:

Gustavo Batista siempre manifiesta en sus versos una gran fe en la redención. Su poesía está escrita con un lenguaje transparente que nos envuelve con los misterios propios de su luminosidad y nos arrastra hacia los confusos senderos de la multiplicidad de significados a través de una grata emoción estética producto de la incuestionable pureza de sus versos.”

Es su poesía, la que permite a Gustavo Batista Cedeño alcanzar un sitial dentro de la literatura panameña.

Nuestro poeta falleció, prematuramente, el 3 de julio de 1991, en la ciudad de Panamá.

"¿Acaso en Panamá no es más fácil para una yegua o potranca, mostrar sus nombres y cualidades de hipódromo en un librito que se publica todas las semanas y por el cual se pagan escasos reales, a que un joven poeta logre mostrar lo que escribe? ¡Quisiera Dios que tuviésemos la oportunidad de tener un folletito como ése en el cual garabatear nuestros versos!"

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Gustavo Batista Cedeño, en:
Joven poesía panameña, entre “el clavel y la espada”. Panamá: Diario La Prensa, sábado 30 de junio de 1990. Pág. 2B.

Reseñas

PRÓLOGO

Volveremos a vivir

Portada | Si me fuera posible vivir...

La llama vital de Gustavo Batista Cedeño se extinguió el 3 de julio de 1991, cuando todos los que lo conocimos esperábamos tanto de él. Su partida fue temprana; nació el 31 de mayo de 1962. Fue un ser especial por su idealismo, por su desprendimiento, por su rechazo a lo material..., por su aureola de santidad.

Para conmemorar los diez años de su deceso, un grupo de amigos del poeta hemos decidido hacer posible la publicación de estos cuarenta poemas que dejó plasmado en hojas sueltas y que, por más de una década, estuvieron en peligro de caer en el olvido de las polillas.

El poemario, como ya dijimos, se compone de cuarenta poemas, los cuales han sido ordenados en la secuencia cronológica en que el poeta los firmó, sin descartar la posibilidad de la existencia de otro criterio temático para su ordenamiento, pero optamos por respetar la disposición de los versos tal y cual fueron apareciendo a través de la musa de Gustavo.

En el poemario, observamos dos claros hilos temáticos. Por un lado está el temor a la Muerte que el poeta sabía cercana cuando él tanto ansiaba vivir: "Si me fuera posible vivir /esa vida no vivida / que son todos los sueños /que me faltan". Es evidente el anhelo frustrado; la presencia de la Muer­te no se le ocultaba; todavía en este momento, sin embargo, en la agonía transparente del final contiguo, el héroe lírico busca una conformidad que no logra cristalizar "Estoy triste / pero sé que sólo así / se está muy cerca de la vida". Estos versos resultan conmovedores, pues al conocer su situación, cuando todo finiquita, es cuando el hombre aprende a valorar su vida, cuando pretende soñar los sueños no soñados.

A la par de estos versos melancólicos, no obs­tante, la voz del yo poético se abre paso, fuerte y vencedora, para no lamentar más su suerte, sino, por el contrario, demostrar la esperanza en el nuevo amanecer que sabemos que anidaba en el espíritu cristiano de Gustavo: "Volveremos a vivir / para morar dentro de aquellos que hoy sueñan /con la míni­ma esperanza". La clarividencia le permitió al vate, Apreciado Lector, vislumbrar el homenaje póstumo que hoy rindes al leer su poemario: Gustavo hoy vive en nosotros, cuando el mensaje de sus versos habita en nuestras mentes y en nuestras almas. Desde este punto de vista, estamos seguros de que en algún lugar, arcano para los que todavía moramos en una envoltura corporal, el poeta se ríe de nosotros, porque tal vez recorre -en nosotros- la senda de sus versos: "porque los pies lloran y en un ritual evocan todas las sendas que un día transitamos".

La esperanza de una nueva vida, aludida anteriormente, contempla situaciones insospechadas, por lo que el héroe poético se vale de un juego de palabras intrincado, para demostrarnos situaciones inasibles: "cruje la memoria y la noche pone estrellas en los ojos /estamos cercados y lodo sueño es melodía / y estamos aquí y también en lo lejano / porque vivimos para sostenernos".

El último poema del libro y tal vez el último texto del autor, es inquietante: "Deja que el ruiseñor / cante / entre las ramas / de cualquier árbol / deja que cante / aunque las ramas hayan / perdido su follaje. / ¡En un entorno /de despojos /la verdadera canción entonará".

Resulta diáfano que este poema fue concebido en un momento de paroxismo, cuando ya la mente humana pierde la noción existencial, cuando es igual vivir que morir. No obstante, resulta misterioso el símbolo utilizado: ¿por qué el ruiseñor? ¿Por el color oscuro y apagado de su plumaje que puede significar la muerte, o por el canto melodioso y variado, que aún -en sus últimos versos- evidencia al poeta? Los versos finales confirman nuestra apreciación: "¡En un entorno / de despojos / la verdadera canción entonará", con lo cual, posiblemente, el yo poético demuestra su conocimiento cabal acerca de lo que es la muerte: El principio de una nueva vida.

Espero tan sólo que estas palabras preliminares, llenas de vida y de esperanza al decir de Darío, sean tan sólo un motivo para valorar y divulgar los últimos versos de Gustavo Batista Cedeño, el autor de Deseos, nunca realidades y de Áncora y otros poemas.

Peña Blanca de Las Tablas, 3 de julio de 2001


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Por: Melquiades Villareal Castillo

En el prólogo de Si me fuera posible vivir…

Gustavo Batista Cedeño...en el recuerdo

Portada | Áncora y otros poemas

Me unió a Gustavo Batista Cedeño, el joven poeta, una franca y continua amistad.

Veía en su poesía una expresión diáfana, transparente, de una espontaneidad poco común. Su producción reflejaba, al decir de Unamuno, «el alma de bulto».

Gustavo tuvo una especial sensibilidad para anhelar las cosas nobles y altas de esta vida. Se inspiró en valores que trascienden lo temporal caduco y se dedicó con esmero a dejarnos una excepcional producción literaria, a pesar de su breve edad.

Él mismo me confesó alguna vez, cuando más recios eran los días oscuros que vivió la Patria, que debíamos aportar luz a torrentes, persuadido de que al final brillaría la aurora de una era mejor.

El bardo Batista estaba transido de un optimismo juvenil que hacía unidad con su persona, más que eso, con su personalidad.

Amó a su tierra, y en la original «estesis» que le era propia, quiso estampar en libro la historia de Peña Blanca, el pintoresco poblado de donde era oriundo. Buscó, recopiló, entrevistó, consultó antiguos documentos regionales y dejó para la posteridad una obra que debe enorgullecer a cuantos aprecian las raíces ancestrales de la comarca tableña.

En el frecuente coloquio que sostuve con Batista Cedeño, un panameño con el espíritu a flor de piel inmaterial, me fue revelada la simbiosis entre lo que sentía y lo que escribía. Era, por así decirlo, la absoluta identidad entre el pensar y el querer, la idea y la voluntad.

Se nos fue cuando tanto esperábamos de él, pero el destino le permitió existir lo suficiente para apreciar el respeto que le tuvimos cuantos nos preciamos de conocerlo y tratarlo; calibrar sus inquietudes emotivas, que dejó en el verso y en el ensayo histórico, como una manifestación que está más allá de la muerte porque se afianza en la sustancia imperecedera de la palabra.

Quisiera concluir estas palabras de admiración y homenaje a su memoria con unas frases suyas que me dedicó al entregarme unas de sus publicaciones y que me permito aplicarle con toda justicia:

«De esta manera contribuimos, no sólo al fortalecimiento de nuestra nacionalidad, sino que honramos a quienes, por sus meritorias obras, resulta difícil relegar al olvido».

 

Panamá, 24 de octubre de 1991.


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Por el Dr. Alberto Osorio Osorio

Director General del Instituto Nacional de Cultura

En la introducción de Áncora y otros poemas



Juicios críticos sobre el poeta

Presencia de Gustavo Batista Cedeño

(Fragmento)

Portada | Deseos, Nunca Realidades

En 1981, Gustavo Batista se hace acreedor al Premio Universidad de Literatura, en la sección Poesía. El hecho cobra importancia, por cuanto que al Premio acudían todos los autores jóvenes del momento. Es más: se trata de un Premio internacional. Uno de los jurados, José Guillermo Ros-Zanet, hizo hincapié en la alta sensibilidad poética del autor y descartó todo el "lenguaje Maldiciente” de la mayoría de los libros concursantes.

Deseos, nunca realidades es un libro compuesto por 50 poemas, todos sin título. Sólo la numeración les da nombre. El poema 1 abre con una operación mágica que muestra, de inmediato, la realidad tenebrosa que rodea al "hablante":

Combino las aguas
de todo este mundo
y no veo más que la pausa
sombría de sus giros.

Hay, en el poeta, un deseo de transparencia, un profundo anhelo porque todo pierda la mácula inicial. Pero las aguas no ofrecen la mezcla esperada y sólo son visibles las sombras que entregan al girar.

Este inicio de una obra poética que siempre aspiró a la pureza más difícil, marca la tónica que recorrerá toda la poesía de Gustavo Batista. Su cosmovisión siempre sería oscura, negativa. Pocas veces nos encontramos con una fiesta de luz. Es más: allí donde la luz es lo imperante, el poeta presiente la presencia de la sombra como el elemento destructor. Ahora, cuando el amigo nos deja su eternidad plasmada en los textos poéticos, comprendemos que un llamado profundo debió sentir, que alguna fuerza por nosotros incomprendida le avisaba del inminente desenlace.

El poema 7, del libro citado, nos menciona, con palabras distintas, la misma presencia de lo incierto. Y siempre el poeta se vale de hiperbólicas maneras para elevarse a las más inverosímiles alturas poéticas:

Subí en la luz de blancas imaginaciones
y el universo secreto
fue la sombra:
deseos, nunca realidades.

En el mismo poema, todo lo irreal se hace posible ("las almas enjugadas", "las siluetas de la tarde"), y "sólo a veces" algunas huellas (elemento concreto) recalcan su presencia. Pero las huellas hablan de algo que estuvo y que ya se fue. Así era para el poeta el amor; en su conciencia pesimista, la consumación de la felicidad es un imposible. La concreción del deseo (la realización de todo lo humano) es tarea utópica y sólo quedan las remembranzas de una huella que nunca nos permitió ser testigos de la presencia de aquél que la provoca.

Los poemas son dirigidos a un interlocutor secreto. Escuchamos sólo la parte que el poeta constata y sabemos que el engaño se hace, nuevamente, presente. El llanto es olvido, en la operación metafórica propuesta. Ese llanto no es entendido por el interlocutor presente (en el poema), pero yo, el hablante,

...vislumbro
en tu lenguaje
que a veces somos,
ausentes de la vida

¿A qué se refiere? ¿Será ese "viaje" que nos permite el amor? ¿Será esa suspensión que provoca la momentánea muerte en el orgasmo? ¿Será que ya el poeta ha descubierto que la magia nombrada no es del todo imposible? El lector notará, con razón, que el verso "en tu lenguaje" conlleva todo un mundo de oscuridad y nos remonta a las potencias sibilinas.

La noche, tradicionalmente, se hace cómplice para un espíritu romántico. Podríamos hacer un trabajo especial, atendiendo al tratamiento que el autor da al símbolo nocturno. Ella nunca llega para traer felicidad: "la noche vino/ transportada en llanto" (Poema 12).

A veces, el lenguaje de Gustavo Batista roza los mundos ascéticos. Sin duda, en su poesía se siente esa dificultad expresiva que sintieron los místicos. Tal vez por ello, su lenguaje sea altamente simbólico y las imágenes siempre estén en espera de una interpretación más profunda. Es esa, además, una de las características vitales del lirismo puro: el texto siempre mantendrá la virginidad inviolable de lo genésico. El hablante se sabe puro y también sabe que "arde" por dentro. Ese fuego interno nos recuerda la via purgatio renacentista. Es el mismo fuego purificador el que hace que el lenguaje se torne inefable. Tan inefable en Gustavo Batista, que no pocas veces deviene hermético.

...mi interno fuego
no puede ser otro

que aquel
de las cimas transparentes

nos dice en el poema 16.

En el poema 18, los versos parecen salidos de un filme superrealista y leemos "mis manos tejidas/ sobre mis manos", las cuales ni ocultan ni esperan nada: sólo callan y "llevan lo que los días olvidan: / sólo restos de flores mutiladas". La imagen de las flores mutiladas se entrecruza con la de las manos tejidas. Todos hubiéramos esperado una funesta visión de "manos mutiladas” pero el poeta logra que la visión sea aún más negra, al mutilar la belleza que viene representada por las llores. Podríamos hablar, por ello, de una trágica cosmovisión del artista.

Gustavo Batista Cedeño vivió, como pocos, el placer de sentir el latido subterráneo de las palabras. Recuerdo que uno de mis achaques al poeta era que, por estar en busca del sólo elemento rítmico, el texto presentaba operaciones simbólicas difícilmente "digeribles". Pienso que Deseos, nunca realidades subraya la enajenación rítmica del poeta. Sin embargo, nadie podría negar los logros formales del libro inicial ni mucho menos la importancia de una simbología que iría desarrollando luego. En este libro, se hace notable la falta de concreción de la imagen. Hay, por ello, cierto "balbuceo" oscuro, el cual se refleja en alguna imprecisión simbólica. Pero el libro tiene en sus páginas toda la concepción que el poeta tiene del mundo. Otras entregas del autor nos hablarían de un crecimiento innegable. Fuera de Deseos, nunca realidades, cuento con algunos poemas que publicó la revista «Palabra pública», con cuatro hermosísimos textos en prosa y una nota personal: «Pedro: estos son los poemas que leí en el concurso [se refiere al Torneo de Poesía, organizado por el INAC], los mismos fueron publicados por H. Rodríguez en La Prensa del 13 de junio de 1986. Saludos» y con un poemario inédito, Ancora, que gentilmente me cedió Herasto Reyes para que fuera yo (lo que me alegra sobremanera) quien realizara las gestiones de publicación. El actual director del INAC, el profesor Alberto Osorio, ha ofrecido -para ello- las facilidades necesarias.

El gusto por la palabra, en Gustavo, tal vez sea nefasta herencia mía. El poema 24 demuestra la acusación que le hago:

Lejanía robada:
indestructible compás
de manos y de vida.
Mira este gesto
fecundo
de mis manos altivas,
sorprendidas de las huellas
y de los nautas prisioneros
en la sumidad
de encrespadas ilusiones.

Hay un enamoramiento por las palabras, sí, pero también hay un gran sentido del ritmo que pocos de sus poetas congéneres han logrado alcanzar.

Su poesía habla del egoísmo humano con imágenes apenas perceptibles. El poeta siempre aspira hacia la luz y, para evitar los celos, "el rostro de los hombres/ cubrí para tomar/ con mi mente las estrellas" (poema 31). La acción es sumamente inverosímil, pero el poeta la realiza con un lenguaje que logra convencernos. Sigue contando sus "mágicas acciones" y nos dice que lo ha ofrecido todo, "también mis manos turbias/ a la luz conjunta/ de todos los desiertos". El hablante se ha quedado sin nada y dice: “Desde entonces, / nada tengo, / sólo un silencio/ que en dos colores/ persigue la verdad de los humanos". Si sus manos estaban sucias, las ofrece a la luz de los desiertos, en donde, sin duda, serán purificadas. Y ahora, despojado de todo, desnudo de bien y de mal, irá en busca de la verdad humana. Tarea imposible, como imposible es la realidad para un poeta al que sólo le quedaban los deseos.

[…]

La poesía de Gustavo Batista Cedeño es la exacta imagen de su forma de ser. Siempre fue lacónico, siempre estuvo triste, siempre sufrió que el mundo no reconociera su presencia. Gustavo era reticente; alegre con los amigos, dulce, soñador. Nos queda su poesía y su recuerdo, bastante ya para un mundo que a pasos agigantados se automatiza, perdiendo toda sensibilidad.

 

Panamá, a 24 de septiembre de 1991.


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por PEDRO CORREA VÁSQUEZ

Publicado en: Áncora y otros poemas.

GUSTAVO BATISTA CEDEÑO: ENTRE POESÍA, CRÍTICA LITERARIA E HISTORIA

(Fragmento)

Crítica literaria

Además de su obra poética, Batista incursionó en el plano de la crítica literaria, donde su temática va a oscilar en torno a tópicos diferentes. Por ejemplo, corrobora a través del análisis de un texto de la poetisa argentina Alejandra Pizarnick, la inutilidad de las palabras que, en esencia, son sólo palabras y nada más:

"las palabras
no hacen el amor
hacen la ausencia
si digo agua
¿beberé?
si digo pan
¿comeré? (...)
¿de dónde viene esa conspiración de invisibilidades?
ninguna palabra es visible?
(BATISTA, 1990)

El interés por los estudios semióticos, se manifiesta en Gustavo Batista, en su ensayo El símbolo: privilegio al crear en el cual el poeta tiene una visión diferente del mundo en relación con la perspectiva que tenemos el común de las personas. Es decir, busca en cada detalle una elucidación que está más allá de lo que el hombre común advierte, pues sabe que basándose en estos hechos puede desplegar con mayor destreza su condición de poeta:

"En un árbol deshojado vemos el reflejo de nuestras vidas cuando rayan en la decrepitud y en el cielo lleno de nubarrones entrevemos las épocas lóbregas de los hombres. El agua es signo de vida y el fuego lo es de la pasión. El laurel nos sugiere paz y una rosa roja, rojísima, nos recuerda el amor". (BATISTA, 1990)

Sin embargo, a juicio nuestro, en este ámbito lo mejor logrado por Batista es su visión acerca del escritor en Panamá que no es más que la imagen que el poeta percibe de sí mismo:

"¿Acaso en Panamá no es más fácil para una yegua o potranca, mostrar sus nombres y cualidades de hipódromo en un librito que se publica todas las semanas y por el cual se pagan escasos reales, a que un joven poeta logre mostrar lo que escribe? ¡Quisiera Dios que tuviésemos la oportunidad de tener un folletito como ese en el cual garabatear nuestros versos!" (BATISTA, 1990)

La estructura morfosintáctica del texto ensayístico está delimitada por una interrogación y una invocación. La interrogación se dispone mediante una comparación a través de la cual se equipara, la ventajosa realidad de las bestias del hipódromo, en relación con la desfavorable situación de los poetas jóvenes. Las bestias del hipódromo tienen en qué publicar sus facultades equinas, los poetas carecen de un medio para dar a conocer su poesía. La invocación de Batista no puede ser más suplicante: pide a Dios que les dé a los jóvenes poetas la suerte de los caballos, mediante un folletito en el cual puedan escribir sus versos.

En el nivel léxico-semántico, advertimos que los verbos, cuando se refieren a las bestias, están dotados de una gran fuerza expresiva: mostrar, publicar, pagan; en cambio, cuando se refiere a los poetas, los verbos se emplean en modo subjuntivo para atestiguar la degradación: tuviésemos... El plano lógico es más drástico, puesto que el ensayo de Batista es una reproducción, un intertexto ampliado si se quiere del viaje de Gulliver al país de los houyhnhnms (caballos), en el cual los caballos viven y se comportan como los seres humanos (yahoos), quienes se comportan y viven como bestias.


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Por: Melquiades Villarreal Castillo

En Revista Cultural Lotería, Número 513 (Marzo-Abril 2014). Panamá: Lotería Nacional de Beneficencia, 2014.



Obras de Gustavo Batista Cedeño

Título Año
Deseos, nunca realidades. Premio Universidad 1981. Panamá: Poligráfica, 1985. 1985
Peña Blanca: su historia, su gente y la festividad de San Antonio de Padua. En colaboración con Melquiades Villarreal Castillo. Panamá: 1989. 1989
Áncora y otros poemas. Obra póstuma. Panamá: INAC, Impresora de La Nación, 1992. 1992
Si me fuera posible vivir. Obra póstuma, recopilación y prólogo de Melquiades Villareal Castillo. Panamá: Fundación Cultural Signos, 2002. 2002

Referencias

  • Batista Cedeño, Gustavo. Deseos, nunca realidades. Premio Universidad 1981. Panamá: Poligráfica, 1985.
  • Batista Cedeño, Gustavo y Villarreal Castillo, Melquiades. Peña Blanca: su historia, su gente y la festividad de San Antonio de Padua. Panamá: 1989.
  • Batista Cedeño, Gustavo. Alejandra Pizarnik: un silencio necesario. Panamá: Diario La Prensa, sábado 31 de marzo de 1990. Pág. 2B.
  • Batista Cedeño, Gustavo. El símbolo: privilegio al crear. Panamá: Diario La Prensa, sábado 9 de junio de 1990. Pág. 2B.
  • Batista Cedeño, Gustavo. Joven poesía panameña, entre “el clavel y la espada”. Panamá: Diario La Prensa, sábado 30 de junio de 1990. Pág. 2B.
  • Batista Cedeño, Gustavo. En lo callado del sueño. Maga, Revista Panameña de Cultura. Números 18-19 (Mayo-Junio/Julio-Agosto 1991). Panamá: Fundación Editorial Signos, 1991. Pág. 53.
  • Batista Cedeño, Gustavo. Áncora y otros poemas. Obra póstuma. Panamá: INAC, Impresora de La Nación, 1992.
  • Batista Cedeño, Gustavo. Si me fuera posible vivir. Obra póstuma; recopilación y prólogo de Melquiades Villareal Castillo. Panamá: Fundación Cultural Signos, 2002.
  • Arellano, Jorge Eduardo. Literatura Centroamericana. Diccionario de autores contemporáneos, fuentes para su estudio. Colección Cultural de Centro América, 2003. Managua: Fundación Vida, 2003.
  • Villarreal Castillo, Melquíades. Gustavo Batista Cedeño: entre poesía, crítica literaria e historia. Revista Cultural Lotería, Número 513 (Marzo-Abril 2014). Panamá : Lotería Nacional de Beneficencia, 2014. Págs. 66-79.
  • Villarreal Castillo, Melquiades. Pureza del lenguaje en la poesía de Gustavo Batista Cedeño en Voces de la academia. Academia Panameña de la Lengua. 3 agosto, 2023. https://aplengua.org.pa/pureza-del-lenguaje-en-la-poesia-de-gustavo-batista-cedeno/


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