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En lo callado del sueño,
por Gustavo Batista Cedeño


Foto: Internet.

En lo callado del sueño

—4 textos de Gustavo Batista—

—Un homenaje de "Maga" a uno de los mejores poetas jóvenes de Panamá—

1.

Mi piel es un jardín que, entre el polvo, brota tiempos que me duelen; y mi casa, una oquedad que se humedece con las voces de seres que se han ido.

Después de mis ojos, el mundo que no habito llegará con el alba. Bajo el golpe de la vida, todos los puertos son grises, y más viejos serían y menos tristes, si las aguas se murieran en sus aguas y nunca en las orillas.

Oh, tarde, si tan llena de luces permanecieras en el alma, cómo corren estos pasos y hay un feliz camino que conduce hacia la muerte.

2.

Aquellos hombres miran el alba y sienten que sus pieles recogen el temor en la distancia. El sol toca sus frentes y aprenden entonces a juntar el fuego en la soledad de sus abismos.

Diles que yo también me llené las manos de tardes y lloviznas, de alambrados cercanos en torno al árbol florido y que, con el peso de mi rostro, eché las alas al vacío.

La noche pintó sus lágrimas y yo até mis venas a la vida. Diles que allá, donde uno cree que las sombras se plantaron con semillas, hay un surco todo estéril que domina la inmensidad y es allí donde a veces, y pocas veces nunca, esta tierra tuvo sus raíces hacia el cielo.

Porque de los alfabetos iniciales y de la voz amanecida, del abismo y de la piedra, de las aguas convocadas a nutrir la vida, nos nació el llanto.

3.

Desconozco el canto de las rocas, pero no el de esta piel que en las noches, como hueso desgastado, pide anclarse en los abismos de la soñada eternidad.

Desconozco mis sombras en las madrugadas, mas no la orilla de ese mar que tiene atadas en sus aguas todas las barcas.

Las tardes nunca han equivocado sus soles. El ave vuela el justo espacio, cuya sombra ha de cubrir al soñador.

Acaso desconoceré la exactitud de mis huellas, pero —en lo profundo de mis voces— descubrirás que mi barcaza tiene un sueño de espumas, tan blanco como el pez que no tiene caminos en el agua.

4.

Mira esta inmensidad, si es que el temor no te cierra los ojos; arráncate el dolor y entremos al festín que anuncia la llegada de otros tiempos.

Las rocas de la muerte nos atisban; las aguas que nos mojan con la desesperanza, desbordan los cristales del corazón más profundo.

Y yo te digo: Bajé de los velos para escuchar la lentitud y decirte que cuando el sol teje su lienzo, son otros los pájaros que hoy nos pintan ataduras en el alma.

 

(1986)


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Gustavo Batista Cedeño

Publicado en: Maga, Revista Panameña de Cultura. Números 18-19 (Mayo-Junio/Julio-Agosto 1991). Panamá: Fundación Editorial Signos, 1991.


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