EDITORIAL
LA POSICIÓN DE PANAMÁ
Sembrados ya los cuerpos de los mártires en la entraña de la Patria, y en tanto que la sangre, que ellos heroicamente derramaron, estimula y alienta la conciencia cívica de nuestro pueblo, es necesario insistir en la posición que corresponde a nuestro país en esta hora de prueba.
El problema a que ahora se aboca la conciencia nacional, la actitud que debemos adoptar, la posición que corresponde al pueblo panameño y a sus más altos personeros, va más allá de los trágicos sucesos que hoy enlutan a la nación. No se trata solamente de restablecer la paz entre los zoneítas y los panameños, de conseguir la adecuada indemnización por los daños morales y materiales que hemos sufrido, de lograr que se cumpla el acuerdo de la bandera. Es imperativo encontrar solución efectiva, oportuna y total, para las relaciones entre nuestro país y los Estados Unidos, lo que solamente es posible mediante la anulación de todos los tratados, acuerdos y convenios existentes entre los dos países en relación con la vía interoceánica.
En la lucha que en ese sentido debemos desarrollar, el Gobierno Nacional ha adoptado una posición adecuada. El rompimiento de relaciones con los Estados Unidos, la presentación del caso ante la Organización de Estados Americanos y la queja llevada ante el Consejo de Seguridad, eran los pasos iníciales que correspondían a la gestión patriótica que la comunidad reclama. La decisión de denunciar el Tratado de 1903 y todos los acuerdos y convenios consiguientes, y la declaración presidencial en el sentido de que Panamá no reanudará sus relaciones con Washington hasta tanto se obtenga la seguridad de que habrá un nuevo régimen para el Canal de Panamá, que asegure la efectiva soberanía de nuestra República, es la posición que desde hace muchos años venía reclamando el pueblo panameño, que durante seis decenios ha sufrido en carne viva la explotación, el escarnio, la humillación de que lo ha hecho víctima la política impositiva de los Estados Unidos.
En esa actitud, el Gobierno Nacional cuenta con el respaldo unánime del pueblo panameño lo mismo que con las simpatías de los pueblos latinoamericanos y de la opinión pública mundial. Todos los sectores del país, sin diferencias políticas ni económicas, sociales ni culturales, apoyan enérgicamente la decisión del Organo Ejecutivo y brindan su aporte, en la posición y lugar que a cada uno corresponda, para consolidar la unidad nacional en torno al Jefe del Estado, en su condición de representante constitucional de la República.
Sin embargo, es necesario insistir en la necesidad de que la posición adoptada por nuestro Gobierno se mantenga virilmente, tanto en lo nacional como ante los organismos internacionales. Las denuncias presentadas ante la OEA y ante el Consejo de la ONU, las acusaciones planteadas ante la América y el Mundo contra la actitud agresora del Ejército de los Estados Unidos de América, y las demandas expuestas para avanzar hacia la conquista plena de nuestros derechos y la satisfacción completa de nuestras aspiraciones de independencia y soberanía, no pueden suspenderse, posponerse ni debilitarse.
De allí la necesidad de que el Gobierno Nacional consolide su gestión patriótica, aprovechando en forma adecuada el apoyo que la nación entera le ha ofrecido espontáneamente. Es urgente que las trascendentales batallas que hemos de librar ante los organismos internacionales, especialmente, se consulten con los elementos más capaces, los mejor entrenados, que cuentan con los recursos y la experiencia que pueden significar posición ventajosa para la estrategia a desarrollar en este caso.
En ciertos círculos existe la impresión de que la posición de Panamá adolece de incongruencias, no expresa la decisión ni tiene la energía necesaria. Se trata, por supuesto, solamente de los primeros planteamientos, de las escaramuzas iníciales, que no han permitido todavía poner en acción todos los recursos y capacidades de que podemos disponer.
Confiamos que, con profunda conciencia de sus responsabilidades patrióticas en el presente y ante el futuro, el Gobierno Nacional está preparando ya el equipo humano y los elementos técnicos que el caso requiere, para ponerlos en acción a la mayor brevedad posible, a fin de cumplir su misión con la efectividad que la gravedad de la situación exige.
Reiteramos que el objetivo de la lucha no puede reducirse a la solución de los problemas inmediatos que ha planteado la injusta agresión de que hemos sido víctimas. El objetivo es la solución de la larga serie de problemas que tienen su raíz en el oprobioso tratado de 1903, cuya cancelación definitiva es inaplazable, y que solamente tendrán logro efectivo con los acuerdos internacionales que garanticen la soberanía efectiva de Panamá sobre la Zona del Canal y le reconozcan el usufructo adecuado de la vía interoceánica como un recurso natural de nuestra República que debe ser aprovechado primordialmente por el soberano territorial.
(Editorial del diario El Panamá América, del 13 de Enero de 1964)
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