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Bajo el mutismo santo de la hora, se diría
que el silencio es un himno sagrado y musical,
y en el ambiente, lleno de luz y de armonía,
se presiente un suave perfume espiritual.
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Ella, una flor de loto cubierta de ambrosía
o una copa dorada del más fino cristal;
él, su amante, que lleno de amor y de poesía,
le ha formado a su paso como un arco triunfal.
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Es la dulce pareja que cruza triunfadora
entre vagos murmullos y destellos de aurora,
impregnando el ambiente de un perfume de flor;
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que el anhelo ha tomado realidades de vida,
y los novios han visto, dulcemente cumplida,
su sagrada promesa, su promesa de amor.
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Del libro: Retazos Líricos.
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