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Para don Fernando Guardia. |
Cuando sufro esta vida asfixiante
yo quisiera tornar a mi campo,
respirar el olor de mis selvas
y oír a lo lejos bramar mi ganado.
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Yo quisiera vivir junto al río,
en la dulce quietud de mi rancho,
respirando el frescor que despide
el verde abanico de la hoja del plátano.
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En vez del pitido del tren que se aleja
por sobre los rieles cual monstruo agitado,
sentir el relincho que allá entre la yerba
me lanza entusiasta mi viejo caballo.
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Y cruzar no la escala de mármol
que conduce al suntuoso palacio,
sino aquella escalera que labran
mis hermanos con tronco de un árbol.
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Esa rústica escala del monte
que conduce al jorón encañado
donde guarda, al igual que su sueño,
el labriego su pan y su grano.
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Y mirar cómo a la hora doliente,
cuando el sol se diluye en ocaso,
las gallinas celebran sus justas
en los amplios salones del patio. . .
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Cuando sufro esta vida asfixiante
yo quisiera tornar a mi campo,
respirar el olor de mis selvas
y oír a lo lejos bramar mi ganado.
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Del libro: Retazos Líricos.
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