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Por los flancos grisosos de las laderas,
bordadas de risueño, verde plantío
van alegres cantando, con rumbo al río,
en bullidor enjambre, las lavanderas.
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Cada cual va a su sitio, con mil maneras,
buscan sus viejas piedras, tiran el lío,
y ansiosas se preparan bajo el sombrío
y encantador ramaje de sus riberas.
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Comienzan la faena cansada y dura:
el jabón con su espuma tiñe en blancura,
lo que antes fue cual piélago de esmeraldas;
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las lavanderas alzan a Dios los ojos,
y el sol pone un reguero de rayos rojos,
sobre las desnudeces de sus espaldas.
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Publicado en: Revista Lotería, 2a. Época, vol. 8, Nº 96 de noviembre de 1963.
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