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Como hurgándome rescoldos,
sobras que soy, me acaricias,
desabotonas mi alma
y al descorrer sus cortinas
me encuentras recuerdos, cosas
ni aun por mí conocidas.
y me preguntas por mí,
por quién era y lo que hacía,
y no sé dónde buscarme,
qué cosa llamarla mía.
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Llegué tarde a mi pasado,
llegué de noche a mi vida,
cuando yo vine ya era
otra persona distinta;
llegué muy tarde a mí mismo
y a mi propia despedida,
de lejos vi que me iba,
de lejos me saludaba,
de lejos me sonreía.
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Te quiero a partir de mí
con la existencia mordida,
sólo desde hoy hasta hoy
y con mi persona íntegra.
Hijo de mí, pero huérfano,
padre de mí sin familia,
mi vida, sola de mí,
hoy, después de anochecida,
a oscuras, noche de mí,
hoy, antes de amanecida.
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Mañana, cuando vengamos
a reclamarnos el día,
a exigirnos, suplantarnos,
ponernos nuestra alegría,
ya no estaremos aquí
ni seremos todavía.
Llegamos después de ser
a una existencia vacía
y muy temprano a nosotros
a darnos la bienvenida.
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A destiempo con nosotros
y a deshora con la vida,
somos un fuimos, seremos,
una mirada, una chispa,
un ser sin estar perenne,
siempre a solas en la cita,
siempre en cuerpo y alma extraños,
robados, prestados, islas
en medio de un ya-no-ser
y de un no-ser-todavía.
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Del libro: Amor no a ti, contigo, 1965.
Publicado en:
Revista Lotería, Edición Especial I – Octubre de 1998.
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