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Al recorrer sangrando mi jornada,
yo, que sereno en el tropel desfilo,
atleta soy que con mirar tranquilo
disimula el dolor de la estocada.
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Vuestro odio, sin embargo, me anonada;
al sentir que me acecha con sigilo
parece que me encuentro y que vacilo
en un vago silencio de emboscada.
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En vano ante vosotros se despliega
el campo donde abiertos combatientes
buscan lidiando su gloriosa ruina;
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Que, temeroso de la franca brega,
el odio sus manojos de serpientes
en silencio mortal arremolina!
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Publicado en: Athenea, Año XI, Número 8, San José, Costa Rica, 1 de marzo de 1918.
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