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Excelentísimo Señor José Domingo de Obaldía
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En la mitad del día, cuando el sol en el cielo
cual una ascua inflamada era luz y calor,
te anocheció, y sentiste en tranquilo consuelo
de entrar en el Misterio…
A tu tumba una flor
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Flor de pena sincera que entrañe el dulce anhelo
del llanto no fingido de un sentido dolor;
no cometiste infamias que ahora demanden velo
sino pisaste firme la arena del honor
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Y en la noche maldita de una negrura vasta
cuando no luzca el brillo de una tímida luz,
se verá acariciada por una lumbre casta
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toda su cripta; y luego con vida extraterrena,
un resplandor de tu alma tranquila y siempre buena
iluminar los brazos sagrados de la Cruz!...
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Publicado en: Diario de Panamá, Año VI, Núm. 1521. Panamá, marzo 2 de 1910.
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