Hay momentos en que el aire es un proyectil en los pulmones.
Pero el camino se alarga en su canción de siglos y el candil
se apaga si nuestra pasión se escapa.
Decido entonces calzar las sandalias del milagro.
Llenar la mochila vaciada en el último viaje hasta lo inútil.
Sembrar las flores que nos faltan. Colgar nuevos panales
en mi boca y dejar que la lluvia se lleve las miasmas
de la pena. Buscarte hasta encontrarme. Inventar contigo
ritos nuevos. Señora de mis lunas y mis torpes estallidos
abro entonces un camino de arrieras en mis venas
y no admito los motivos de lo bárbaro
imponiendo su razón de muerte y vasallaje.
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