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Siempre que hacia la torre de mis penas
el dulce vuelo tu recuerdo arranca,
te miro toda blanca, toda blanca
de azahar, de jazmines, de azucenas.
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Vistes la inmaculada vestidura
de las que van a desposarse. . . .y tiendes
los bracitos en cruz, porque pretendes
crucificar en mí tus desventuras.
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Luego, con leves manecitas rosas
alba corona de azahar destrozas
y con las muertas flores me regalas.
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Y te vas raudamente. . . .como un vuelo
hacia el azul, cual si del tenue velo
de virgen novia te nacieran alas.
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Publicado en: La Copa de Amatista.
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