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Multiplicando su iris, en tu pelo
resplandecen peinetas de diamantes,
lo mismo que luceros, fulgurantes
en el fúnebre raso de hosco cielo.
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Al rubí de más visos deslumbrantes
avergüenza la púrpura del velo
que se enrosca a tu busto, con anhelo
de adormirse en tus senos odorantes.
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Bajo el nítido albor de la trencilla
y el encaje que adornan tu pollera,
es torre de marfil tu pantorrilla,
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que tiembla a las violencias del Deseo,
cuando rimas, bailando placentera,
a las notas del punto, un zapateo.
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1915.
Publicado en: La Copa de Amatista.
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