Nadie le salvó de sus verdugos.
En su favor no medió la iglesia
ni se movilizaron recursos extranjeros.
Lorenzo vio la muerte que venía
envuelta en una lluvia de plomos
feroces y salió a la Plaza de Armas
(un 15 de mayo de 1903)
en medio de una escolta de sicarios,
con su traje sencillo, color mostaza,
y paso marcial: marcando el paso.
|