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En la mañana de un abril florido,
al asomar del sol los resplandores,
una tras otra deshojar las flores
te vi gozosa del rosal querido. |
Las hojas antes bellas, marchitadas,
envueltas por el aire en torbellino,
rodaron al recodo del camino
y en polvo allí quedaron sepultadas… |
Llegó la noche. Al extender su manto,
la lluvia de los cielos regalada,
a la tierra del huerto afortunada,
cayó propicia, cual copioso llanto. |
Y al fecundar el suelo del camino,
donde las hojas fueron sepultadas,
de aquellas lindas flores arrancadas
nuevo un rosal apareció divino. |
Que nunca la semilla misteriosa
muere en la flor que deshojada fuere.
Cual la virtud proscrita, nunca muere,
y brota en nueva planta prodigiosa. |
Bogotá, abril - 1882
Publicado en: Papel Periódico Ilustrado,
número 13, del 15 de abril de 1882.
Bogotá, Estados Unidos de Colombia, 1882.
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