Llantos traía el alba
que anunciaba la mañana
en tierras de clorofila
vendadas de neblina.
Muerte traía el viento
de azucenas podridas
que manaba el aliento
de una choza campesina.
Hombres de barro cargaban
en sus estériles manos
un trapito de esperanza
bordado en hilos de peste.
Tristes mujeres gemían
con el dolor en la ausencia
vestidas de tétricas noches
con su negrura raída.
La tierra fueron hiriendo
Y tierra sangró la tierra,
(un cadáver en sus venas
corriendo en cauces de olvido).
Y el sol se iba filtrando
entre algodones de cielo
el campo esperaba enojado
con un látigo en la mano.