¿En qué ala del sueño apoyó Aristarco su teoría heliocéntrica?
¿Qué animal socavó el nidal de las neuronas
enterró huevos impostores debajo de las piedras
y contrabandeó ilusiones de los baúles mitológicos?
No hay vuelo, ni trino, ni espanto que valga.
Los aparentes pájaros implícitos del sueño
picotean las verdades y mentiras del Olimpo:
la tierra gira en torno a un eje imaginario
impulso de trompo gravitacional, perpetuo
cincelado en sus entrañas, girante y giratorio
semejante al carrusel del cosmos,
o más bien a las hambrunas árticas del viento
en cuyas alas el pájaro heliocéntrico
empuja tanto la noche como día,
para que la duermevela y la vigilia
se sucedan ininterrumpidamente por los siglos de los siglos
y nadie ponga en entredicho el cielo
como morada eterna de los dioses insurrectos.
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