El microcosmos es lo que cuenta:
el alma humana
desentraña la identidad del fuego en las Termopilas
el bien, el mal, el papel de la docencia, la ética
la sexualidad mediatizada por códigos morales
-jurisprudencia reguladora del viejo impulso genitor-
la política, los deberes ciudadanos:
placer, valor, moral y moraleja
lugares comunes segregados del diario convivir, categorías
para justificar el discurso apocalíptico de los dioses del Olimpo
o los procedimientos bárbaros
introducidos por la mercadotecnia popular.
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Si imagen y sustancia convergen en un mismo plano paralelo
en nada incide la superficie con respecto al tacto. Si la palabra
oculta los extremos de la coyunda interna y la barbarie
y la visión no es el ojo que la mira, sino la luz sobre la masa
entonces la suma del saber es intangible como un sueño
y toda certidumbre tan convencional y tan retórica que
la pura relación del objeto y la conciencia
desnaturaliza la verdad.
En consecuencia, el hombre y no otra cosa
es la vara con que mides y serás medido.
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