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(Panameñas)
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Mi niña, tu fresca boca
es una rosa bermeja.
Para robarle su néctar
quisiera ser una abeja.
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Ignoro por qué le llaman
a Santa Ana el arrabal.
¿No es Santa Ana el mismo centro
de la istmeña capital?
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Si los cubanos tuvieron
la cantora Avellaneda,
tenemos los panameños
la muy popular Amelia.
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Para cangrejos Taboga,
para bollos La Chorrera,
para cocos Portobelo
y San Miguel para perlas.
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Cuando sales a la calle
en momentos que el sol brilla,
para brindarte mi sombra
quisiera ser tu sombrilla.
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Tienen los hijos de España
sus coplitas peteneras;
pero los hijos del Istmo
nuestras coplas panameñas.
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No intente tocar piano
quien rasca en el socabón
ni intente tocar el harpa
quien sueña en el acordeón.
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Yo me voy para Aguadulce
porque comer necesito
un sancocho de gallina
con tasajo de masito.
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Pero no iré a las Salinas
sal de salina a buscar,
porque las aguadulceñas
tienen todas mucha sal.
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Publicado en: Nuevos Ritos, Nº 59 de 1º de febrero de 1910.
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