Su verdadero nombre es José del Carmen de los Dolores Escobar. Nació en la ciudad de Panamá, el 16 de Julio de 1861, en un hogar humilde, pero lleno de virtudes. Su madre, Manuela Escobar, muere cuando Federico frisaba los nueve años de edad. Huérfano de padres, pasó a la tutela de su tío José Manuel Escobar quien trató por todos los medios de proporcionarle los conocimientos necesarios para que pudiera defenderse en la vida. Debido a su condición humilde, no pudo asistir a los colegios privados que existían en su época, pero logró hacerse un nombre por su propio esfuerzo. Se dice, que los papeles que con mayor interés y aplicación leía, eran aquellos que tuviesen versos; pues, desde niño se inclinó a la exploración del campo florido de las musas.
Carpintero de profesión, tuvo como maestro a su tío José Manuel Escobar. Durante el día asistía al taller y finalizado su trabajo, se dedicaba a su labor poética. Como carpintero trabajó por muchos años para la empresa del Canal Francés. Como constructor gozó de mucha popularidad y se le encomendó la construcción de varios edificios del Istmo.
Contrajo matrimonio con Doña Balbina Prado, en la ciudad de Panamá el 15 de julio de 1895. La suerte no lo acompañó en su matrimonio, su esposa muere y queda a cargo de sus cinco hijos: América, Colombia, Graciela, Isabel y Federico.
En 1887 le encontramos como miembro del Cuerpo de Bomberos de Panamá; en 1904 como Sargento Mayor de la República y en 1910 como Concejal del distrito de Panamá por el Partido Liberal.
En 1889, obtuvo medalla de oro en el concurso de inteligencia poética organizado por La Sociedad Progreso del Istmo, para conmemorar nuestra independencia de la madre patria España.
A partir de 1890 fue una de las más populares figuras de las letras panameñas. Colaboró en multitud de periódicos y revistas de fin de siglo y principios de la República, como: El Aspirante, El Lápiz, El Diario de Panamá, La Estrella de Panamá, El Cronista, El Mercurio, Nuevos Ritos y El Heraldo del Istmo. Editó dos periódicos de los cuales fue propietario: La Guadaña y La Revista; que fueron suspendidos a los pocos días de haber visto la luz pública, por no ajustarse a las leyes de prensa de la época.
Escribió casi en todos los géneros. Su prosa es elegante y recia; tiene fábulas como El Ruiseñor y el Burro, El Sastre y el Aprendiz. Cuentos como El Aguinaldo de Navidad y La Cucarachita Blanca Mandinga. Incursionó en el teatro, y por lo menos dos obras suyas fueron representadas en Panamá: La Ley Marcial, en 1885, y La hija Natural, en 1886. También sobresalió como crítico y gran orador.
Su obra poética representa diversos aspectos, pero sobresalen en todas ellas los cantos patrióticos. Prueba de ello es que en los concursos en los cuales participó presentó los poemas 28 de Noviembre y 3 de Noviembre cuyos títulos señalan fechas gloriosas de la patria. Se le conoció, entre la gente del pueblo, con el sobrenombre de “el bardo negro” y en el exterior como “poeta negro de Colombia”.
Rodrigo Miró nos dice de él: “La obra de Escobar, fiel reflejo de su circunstancias, ofrece peculiaridades que la hacen muy estimable. Imbuido del optimismo científico y progresista de sus días, librepensador, ingenuo y espontáneo, es siempre digno.” Y continua: “Una viva emoción panameña le llevó a cantar nuestras glorias locales y a ensayar una poesía de tipo pintoresco y popular apoyada en nuestros usos y costumbres. En ese sentido, es un antecedente de nuestros nativistas de hoy. “
Gran parte de su obra fue reunida por su nieto Antonio Alcides Jiménez Escobar, bajo el título de “Recopilación de algunos trabajos de Federico Escobar para referencia personal”. Obra que utilizamos de referencia y aplaudimos ya que consideramos que es de gran utilidad para el conocimiento y divulgación de la obra literaria del poeta panameño Federico Escobar.
Federico Escobar murió repentinamente de un ataque al corazón, a la edad de cuarenta y nueve años el 2 de agosto de 1912.
"Tez oscura pero el fondo de su alma blanco y en su cerebro germina la chispa del talento. Es buen amigo y todo el que le trata encuentra en él la sinceridad afectuosa”
M. Ambulo L, en La República Nº 49, de 14 de noviembre de 1904.
PATRIOTICAS
por Federico Escobar (Fragmento)
En la poesía Al fierro, donde el poeta propone una serie de antítesis edificantes entre el hierro que destruye y el hierro que crea, salta a la vista el hombre del oficio, porque es conveniente decir, en honor suyo, naturalmente, que el señor Escobar es un obrero, un artesano, para dar a la idea una representación más precisa. No en vano él en un expresivo soneto a don Juan Eugenio Hartzembusch, el insigne ebanista que con el brillo de su nombre llevó fulgores de Parnaso al humilde taller de su padre. El señor Escobar está atestiguando de manera muy honrosa para él que no hay menesteres incompatibles con el estudio y, lo que vale más todavía, está indicando, a la vez, con la eficacia irresistible del ejemplo, la influencia provechosa que, merced a la cultura, -a todo esfuerzo accesible, -en nuestras democracias las clases obreras podrían llegar a adquirir. ¡Bien pues, por el poeta-obrero que así honra a la patria con la lira y con el escoplo!
Justo A. Facio en el prólogo de Patrióticas. Panamá, junio de 1909.
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