El azul de la sangre emponzoñada:
el verde azul de las injurias
que espesa el verde frío
sanguinolento de los dólares,
era el color de aquellas horas
cuando el escarnio
colmó al fin la abulia de la oveja.
Entonces, de los ojos profundos de la muerte
un huracán de niños enfiló su vorágine
contra las opulentas estulticias,
reapareció la luz y se rajaron los muros del desprecio.
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