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Sal salinero y alguacil de espuma, por Ricardo J. Bermúdez |
Sal salinero y alguacil de espuma
de la acuarela de los tamarindos,
alza tu quilla, plenamares rompe
con remos de clavel amartelado.
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Diez mil esquifes de aguamiel moruna
giran a sotavento, sin timones.
Chirimoyas de mar y algas dormidas
cargan en sus bodegas al mercado.
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Langostas de relente por el cielo
vuelan con sus plumones despeinados,
y rojos argonautas, pececillos,
descienden las marinas pasarelas.
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Isla de flor, de flores encalladas
en arrecifes de salina aroma,
tu aliento, crestamar de los alientos,
tiñe el confín del golfo, ventolera.
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Tendida entre dos soles, la restinga,
cumbres de helecho rompe y claraboyas,
morros de turbia miel y unicorneados
por sortijas de rizos platinegros.
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Mar de las marejadas interiores,
mar de escayolas naves y candiles
de cal y canto. Mar, mar marinero,
verde alguacil de espumas placenteras.
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Del Libro: Cuando La Isla Era Doncella (1961)
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