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La canción del pordiosero (Fragmento),
por Pedro Correa Vásquez

Canto primero
VIDA

VIDA, olvida la temida canción que en otros
                                                               (tiempos cantantes
y fue vano el grito de dolor.
Vida, temida en los comienzos,
convida
— con vida ‑
a la paz que tanto tiempo buscaste en noches
                                                           (de hambre y sed.
Sé que todo se ha perdido.
Todo se ha probado y nada cambia.
Hay un virus que destruye la fe.

Vida, debida o indebida, la suerte es una cifra
                                                           (que descubrir.
Ya no creo en la sombra que cuidaba
la eternidad de la ilusión.

Ya no creo.

Sólo hay pasto para bestias que desprecian.
Sólo hay pasto.
Oh, pasto seco
Para un seco corazón.

1.
Y fue vano el grito de dolor
que lanzó en medio del Desierto

Su alma era un depósito de oscuros
                                                  (recuerdos.
Su calma, sólo una forma de fingir.

Miró a todas partes:
nadie acudía a salvarlo.

Una inmensa ola, nacida en el infierno,
lo arrastraba y ya no se sentía dolor.

Mejor era el placer de saberse ido,
borrado de la faz de la Tierra.

Y, en medio del abismo que esperaba
                                                     (a su angustia,
pensó:
si la flor hubiera sido eterna...
Y luego, todo cesó.

2.
Vida termina en los comienzos,
¿serás terminada hoy?

Hay un libro antiguo como el Tiempo
que habla del fin.

Oh, al fin.
Hay una sed tan arcaica como el Cielo
que jamás podrás saciar

En vez de pasto y flores,
sólo hay espinas para el cuerpo.

(Y la misma figura
—una estampa que ves todos los años—
te viene al recuerdo:
un hombre es crucificado por la salvación
                                                        (del mundo
y el mundo —piensas— aún espera salvación)

3.
Convida,
no vayas solo al festín.

Ninfas y sátiros donarán sus cuerpos
y el vino será la sangre
y el pan será el cuerpo
que nunca pudiste probar.

Llora la soledad de tus miembros.

En un último banquete
—oh, menesteroso—
serás la luz,
serás el pozo del placer.

Y claro:
serás feliz un día
porque la justicia perdida
verás aparecer.

6.
Sé que todo se ha perdido
En medio de las sombras.

Busco, sin embargo,
el viejo elíxir de la vida.

Todavía cuento con algunas imágenes
sabidas
para endulzar la angustia eterna.

Seguidme, predicad mi palabra.

Después de tanto odio,
llegará por fin el día
de la risa y el amor.

8.
Hay un virus que destruye la fe
en las montañas.

Hay un hombre que espera en su barca
para cruzar el río.

Espera que otros lo acompañen.

Cuando el viento sople,
las agua subirán y habrá corriente,
el torrente de la vida
al huerto Verdadero llevará.


Publicado en: Temas de nuestra América, No. 407, marzo, 2016.


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