Frisaba yo trece años de existencia
cuando el maestro taciturno y grave
exclamó con serena reverencia
esta aguerrida frase:
Alumnos hoy inician vuestros ojos
a leer el Quijote de Cervantes.

Ah! Hubo gritos, certeras maldiciones
exclamaciones graves;
que no vencieron a ese fiel portento
autor de la “Escuela de Carácter”.

Tres meses pasaron, y en la clase
del antiguo tropel
un discípulo al otro le decía
¡es cosa de prodigio ese Miguel!

                                                            27/5/64
Del libro: Baladas crepusculares.