Sentado en el parque de Santa Lucía
allá por los meses primeros del año,
pasó con su madre la alegre Cristina
luciendo un lujoso vestido de paño.
Llevaba en sus ojos tan claros y bellos
recuerdos antiguos de tiempos lejanos
su frente sin mancha, sus rubios cabellos
tenían los destellos
del sol vespertino de ardiente verano.