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Yo soy el atardecer,
la madurez de los frutos,
hago el árbol florecer
con un vigor absoluto.
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Mi piel es la del tomate,
mi corazón es de ají,
yo soy la sangre que late,
la Patria se enciende en mí.
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Soy el color de la vida,
el fuego de la esperanza,
la cosecha recogida,
la rosa roja que danza.
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Soy lo que siento ahora,
nunca lo que antes fui,
espero por otra aurora,
tengo el Canal para mí.
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Yo puedo teñir el viento,
enrojecer todo el mar,
si la Patria en un momento
me llega a necesitar.
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Mi sueño es como una cinta
colorada en un sombrero,
en el sombrero con pintas
del montuno que yo quiero.
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Soy el son de la pollera,
la fuerza del sentimiento
y cuando la muerte me quiera
le diré: ¡para un momento!
deja ver mi tierra entera
completa de cabo a rabo,
pues antes de que me fuera
pude arrancarme este clavo:
ya cesó la larga espera,
ya no gruñe el lobo bravo,
porque yo soy la Bandera
de un pueblo que no es esclavo!
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Del libro: Los colores de la bandera.
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