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En la muerte del gran poeta lírico, Ricardo Miró.
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Llorad apolonidas, gentiles trovadores,
ha muerto el gran Poeta y el Istmo está de duelo;
hay llanto en las pupilas de muchos soñadores
y de crespón se viste nuestro brillante cielo.
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Callada está la fronda. Con el postrer celaje
las tímidas gaviotas se alejan fugitivas,
y al expirar la tarde, las garzas del paisaje
su luengo cuello enarcan y quedan pensativas.
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La ausencia del glorioso y taciturno aeda
llenó de honda tristeza la plácida alameda,
que sus estrofas áureas oyera modular;
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cesó su canto el ave, la flor cerró su broche,
y en el silencio augusto de la profunda noche
como un responso lírico, rugiendo se oye el mar……!
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1940
Del libro: Mármoles.
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