Terciopelo de tu voz
junto a mi oído,
golondrinas nostálgicas tus palabras
hallaron nido.
Tú leyendo esos tangos
–angustias vivas–
que despertaron mis ansias
adormecidas.
Serpentina desdoblada,
hilo invisible
que trocó borroso
en lo tangible.
Orquídeas tropicales
mis emociones,
maravillosamente abiertas
por tus canciones!
Tu voz ondulante y larga
como un palmar,
tenía sabor a cocos
de Panamá.
¡Tú quién sabe dónde!
Mas nos unía
una exquisita y larga
melancolía.
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