|
La vida...
Constante ir y venir
de seres,
miscelánea de carnes
por las calles soleadas.
|
Voz de los pobres
desgarradora y doliente
que sube hacia la altura
en busca de piedad.
“El día de hoy
llego al fin.
Mañana,
¿qué comerán mis hijos?”
|
¡Silencio!
¡Pasa, imponente,
la majestad de un auto
del siglo veinte!...
¡Manos enjoyadas
que no se tienden
para arrojar un pan
al desdichado!...
|
Voz de los pobres
desgarradora y doliente
que se pierde
envuelta en los rumores
de las calles soleadas.
|
¡Din! ¡Don!
¡Din! ¡Dan!
¡La Muerte!
|
¡Un accidente!...
Las manos enjoyadas,
frías e inertes,
cruzadas sobre el pecho.
|
Sobre la tumba abierta
una montaña de flores;
¡gasas, cintas, tarjetas,
y soledad y sombras!
|
¡La vida!
Un paso breve
por la faz de la tierra
luchas,
penas,
dolores y alegrías
en su perpetua mutación;
y siempre,
en un futuro incierto,
perdida una ilusión;
y al fin de la jornada...
¡nada!...
|
Del libro: Nieblas del Alma
|