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De las tantas calles que una anda
la piel toma el color del aguacero
los zapatos aprenden historia de zaguanes
y el hambre
se mete en la camisa
como una estrella dando vueltas
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Una toca la puerta de tu casa
para hablar de tu poder gigante
de los derechos del tiempo que te deben
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una pide un minuto
para llegar a tiempo a la mitad de tu vida
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una pide que abras escuches veas
por qué tus hijos están en la tierra de los cuervos
no de las palomas
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una toca la puerta de tu casa
porque afuera
seres como tú yo nosotros
también te necesitan
para llenar estas oquedades
para abrir un puente en medio de este fango
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una toca la puerta de tu casa
después de recorrer las calles
y tú dices desde adentro
que no puedes
que se quema la comida.
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Del libro: Confieso estas ternuras y estas rabias
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