En su hombro había un lunar que nadie conoció.
Su cuerpo fue un planeta inexplorado.
Su piel fue un paquete sin abrir.
No pudo entender nunca el erotismo del poema
y la pornografía no fue mayor problema de moral
no conoció los besos de zaguán
ni los hoteles de ocasión.
En suma
la que murió virgen fue un equívoco de Freud
y vivió a medias.
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