 |
|
|
|
|
|
|
|
|
(Tal vez el último endecasílabo de este soneto puede hacer perdonar la rabelesiana grosería del tema. Ese verso, en efecto, es algo así como un caballero de evidente prosapia clásica que se encanallece en hampesca compañía. El humanista se llamó Fabio Cordero, hombre que pasó por el mundo en silencio, como si dijéramos en puntillas, y a quien largos años de vida en puertos del Egeo le dieron, junto con el amor por las humanidades, la afición por la Afrodita Calipigia).
|
|
Este de mármol túmulo severo,
no de piedad, de miedo monumento,
es sitio de terror, duro momento,
de quien, si tigre, se llamó Cordero.
|
|
Gozóse en el lascivo estercolero.
y no es lanzar metáforas al viento,
que fue contra natura su contento
y su gloria mayor un sol postrero.
|
|
¡Oh, tú, que llegas solo, caminante,
pasa de prisa y cauteloso cubre
tus fofos flancos contra dura suerte!
|
|
¡Ay de tu pobre cuerpo provocante
si Cordero despierta y lo descubre
después del largo ayuno de la muerte!
|
1948. Río de Janeiro.
Del libro: Campo de Juegos
|
|
|
|
|
|
 |