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Mesano |
Yo era un joven campesino
perdido en la serranía
que buscaba en la poesía
la clave de su destino.
Pero un día, en un camino,
me topé con la hermosura,
en forma de virgen pura
bajada del firmamento,
y todo mi pensamiento
fue esclavo de su figura.
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Ella fue mi inspiración,
mi alegría y mi desvelo
y, adorándola, de cielo
llenaba mi corazón.
No tenía más profesión
que seguir todos sus pasos
y soñar que, entre mis brazos,
en las noches murmuraba
palabras con que me daba
vida y muerte en el abrazo.
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Mas todo fue vano sueño
de muchacho campesino,
pues la virgen del camino
no era tal y tenía dueño.
De nada valió el empeño
que a sus pies puse, rendido.
"No", me dijo. Y, dolorido,
volví a ser lo que antes era:
un hombre que nada espera
y por la espera vencido.
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Hoy, ya viejo y sin ventura,
revivo mi desengaño
recordando cuánto daño
me causó aquella criatura.
Mas en mí no hay amargura
ni rencor por lo pasado,
pues de aquel amor frustrado
obtuve una gran lección:
no sembrar una ilusión
en monte no desmontado.
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Décimas Chiricanas
Publicado en: Revista Lotería, Nº 352-353,
de Julio-Agosto de 1985
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