Estoy pensando en ti, mártir de Enero;
tu juventud en flor sacrificada,
tu holocausto inaudito!.
Todo ha quedado en la paz del cementerio;
sólo persiste el duelo de tu madre,
su llanto silencioso
que se desgrana al compás de su rosario.
Tu coraje perdido
como ceniza al viento
¡fue acaso una lección?.
¿Dejó siquiera
algo más que un recuerdo?
Un recuerdo, sí, imperecedero,
en relicario de tu buena madre;
en el hogar de una memoria triste
y en juveniles círculos
tal vez un motivo
para palabras vacuas,
discursos demagógicos.
Estoy pensando en ti, mártir de Enero.
El alba te ceñía;
un horizonte ilímite llamaba
a tu espíritu inquieto
y tú soñabas sueños luminosos
de porvenir triunfante.
Hoy siento al recordarte
una leve humedad en las pestañas;
llora también la tarde
al despedir un caluroso junio...
Adivino a tu madre
llorando a solas con la tarde triste,
recordando tu vida alegre y sana
que ella miró crecer como una planta
sin saber que ese ser, trozo del suyo,
sería holocausto ante el altar bendito
de la Patria inmortal, madre de todos.
¿La Patria?
¿Qué es la Patria?
Ideal de justicia, de Libertad y Gloria;
aspiración suprema de juveniles corazones ávidos
de más luz y más luz en su camino.
Tú encontraste la Patria en tu bandera
y soñabas mirarla dueña de su destino,
dichosa y respetada
repartiendo sus dones sin codicia.
sin mezquindades
--como enseña Cristo--.
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Estoy pensando en ti, mártir de Enero!.
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Me viene tu recuerdo en estos días
de pruebas y angustias
porque escucho rumores de cadenas
y oigo voces que traen extraño acento
ordenando seguir otro camino,
un camino que tú no presentiste
donde se impone el derecho de la fuerza
para romper cimientos,
las bases que en un tiempo sostuvieron
la bandera gloriosa que tú amaste,
en cuyo honor, altivo, deshojaste
tu juventud _ ¡divino sacrificio!.
Tu sueño,
tu ideal
yacen contigo
y la Patria solloza
al pie de la bandera...!
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