Soy el árbol que solo en la colina
formó su cuerpo y extendió sus ramas
que con sus raíces se apoyó en la tierra
buscando con afán en las alturas
mundos libres, sin yugos ni cadenas.

Desde allí le abatieron la sequía
la furia de los tiempos, la miseria
pero solo y herido en el camino
forjó con huracanes su estructura
y erguido está, de pie, cual centinela.

En la colina tengo mi castillo
construido con granito y con anhelos
taladrado con fuerza del destino;
dimensión infinita del espacio
inspiración y luz en mi camino.

Allí estará por siempre, inalterable,
bastión contra el dolor y la amargura,
el odio, la traición y las maldades;
hollarán enemigos su estructura
pero jamás podrán destruir sus bases.

del libro: De luto visten las albas