Nunca pudimos decir, con certeza,
si su mirada, espuma de corriente virgen,
era la de la madre que nos mira
o el rapto del río en la hora del verano
o el bullicio de los naranjos en flor.
Una cascada de ternura,
irriga los cantos infantiles
en el patio de la casa.
Publicado en: Camino de Cruces, No. 6-7, Panamá, abril de 2001.