Caminaba solitario por las calles. En medio del bullicio diario, casi asfixiado por la agonía de rostros anónimos, pensó que algún lugar oculto, en donde la vegetación fuera florida, estaría esperándolo. Vio un viejo caserón abandonado. Y entró: ahí estaba todo lo que buscaba. Soledad, un extraño aroma a sándalo y un desconocido fondo de una música lejana. No quiso indagar el origen de todo lo que le rodeaba. Sencillamente se conformó. Ante la inevitable destrucción de su alma, no supo si habló o si sólo lo dijo mentalmente: |
—Aquí hay algo que está por encima del amor. |
El era un hombre sufrido. Ante la nueva sensación de calma, comprendió que la antesala de la muerte no es un cuadro temible ni tampoco una escena (como la pintan) saturada de horror. |
El Acto Innecesario Publicado en: Revista Lotería. No. 365, marzo-abril, 1987. Lotería Nacional de Beneficencia, Panamá, 1987. |
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