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Niño:
Cuando en recóndito sendero
tan sólo espinas y guijarros mires;
cuando en camino lóbrego suspires
por encontrar amable compañero,
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Piensa que a orillas de la senda umbría
siempre hay un ser que ampara tu destino:
es el árbol que a orillas del camino
surge ofreciendo a todos simpatía.
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Piensa que a orillas de la senda en calma
por donde vas herido de temores,
tiende el árbol gentil arcos de flores
para ofrecerte en cada flor su alma.
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El árbol es amor! Bajo sus frondas,
bajo sus verdes ramas florecidas,
¡quién sabe cuántas vidas doloridas
consuelo hallaron en sus penas hondas!
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¡Ah! cuántas veces al mirar el nido
en las ramas del árbol del sendero,
evocó la nostalgia del viajero
augustas ruinas del hogar perdido!
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Y se acogió el cuitado en su quebranto,
del prócer árbol al ramaje umbrío
y mezcló con las gotas del rocío
las purísimas gotas de su llanto.
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¡Cuántas veces el iris de la luna
fue sonrisa a la faz del peregrino
que a la sombra del árbol del camino
desposarse soñó con la Fortuna!
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El árbol es amor! Jamás ignores
que en la senda que sabe tus fatigas,
otros riegan mandrágoras y ortigas,
y él con plácido afán, esparce flores!
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Niño; cuida del árbol! De su fuerte
gallardo tronco y de sus ramas cuida!
Es cuna: el árbol protegió tu vida!
Es caja: el árbol te amará en la muerte!
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Árbol! . . . . Símbolo puro de un anhelo
que en nuestras almas la ilusión aferra;
vivir queremos, como tú, en la tierra;
y vivir, como tú, de cara al cielo.
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Publicado en: La Copa de Amatista.
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