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¡Istmo de Panamá! Tierra de amores
que del fondo del mar surgiste un día,
para enlazar el Norte al Mediodía
con guirnaldas de perlas y de flores.
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¡Patria del corazón! Tierra que a solas
cantas las glorias de tus dioses lares,
mezclando la canción de tus palmares
con la canción eterna de las olas.
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Si alguna vez, el viento enfurecido,
mi nido arranca de tus verdes frondas,
si he de volar a que mis penas hondas
hallen amparo en extranjero nido.
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Siempre oiré resonar en mis entrañas
la voz del viento de tu cordillera
y he de ver en los cielos tu bandera
sobre el azul de todas las montañas!
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Siempre en todos los trágicos senderos
por donde el mal de transitar me abruma
he de aspirar el cálido perfume
de tus bosques de erguidos limoneros.
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Porque tú, de tal modo has esparcido
tu fragancia en los ámbitos del mundo
que ha donde vaya, mi ánimo errabundo
he de aspirar tu aroma conocido.
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Allá donde suspiren mis lamentos,
allá donde me lleve mi destino
veré tu mar sereno y cristalino
oiré cantar tus melodiosos vientos!
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Bajo cielos de incógnitas veredas
cuando por costas extranjeras viaje,
en los quedos murmullos del boscaje
oiré gemir tus propias arboledas...
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Porque yo de tu brisa en el suspiro
oigo la voz de todo lo que he amado;
porque siento la voz de mi pasado
en todo el aire que de ti respiro.
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Porque el doliente espíritu comprende
que muchas gotas hay del llanto mío
en cada limpia gota de rocío,
que la noche en tu atmósfera desprende.
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¡Patria! Doquier suspiren mis lamentos,
doquiera que me lleve mi destino,
veré tu mar sereno y cristalino:
oiré cantar tus melodiosos vientos.
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Cuando la tarde encienda en arreboles
los claros cielos en extraña esfera,
veré en cielos extraños tu bandera
blanca, roja y azul con sus dos soles!
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Y en ese instante, en que la tarde expire
sentirá mi interior melancolía
un rumor de tus bosques ¡patria mía!
que hará que el alma por tu amor suspire.
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Y volveré a sentir en mis entrañas
el rumor de tus líricos palmares
y aspiraré el aliento de tus mares
y aspiraré el olor de tus montañas.
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Porque con tal vigor infundió vida
en mi vibrante corazón tu aliento,
que en mis horas más íntimas te siento,
para siempre conmigo confundida.
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La Estrella de Panamá
3 de Noviembre de 1917.
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