Ofrenda,
por José Guillermo Batalla

Patria de mis penas y mis alegrías;
dulce inspiradora del más noble anhelo:
Hoy que es el más grande de tus fastos días,
a ofrendarte vengo las estrofas mías,
puras, como el bello fulgor de tu cielo.

Hoy que en nuestros pechos hay palpitaciones
de inefable dicha, porque estás de fiesta;
hoy que conmemoras, con demostraciones
de júbilo, el logro de tus ambiciones,
deja que te diga mi canción modesta.

Eres campo en donde, con celo y cuidado,
germinar pudieran todas las virtudes;
galardón de América; sitio codiciado;
templo en donde aspira nuestro pueblo honrado
al culto de todas las excelsitudes.

Eres puente mágico, jardín prodigioso;
Meca del viajero; Tierra Prometida,
donde encuentra amparo, sustento y reposo
todo peregrino; suelo generoso
que al supremo halago de la Paz convida.

Dios, como legado, sus más ricos dones
te brindó con creces al formar el mundo.
Tú, para ser digna de sus bendiciones,
por el bien de todas las generaciones
dejaste que abrieran tu seno fecundo.

Es por esa herencia de sin par valía
por lo que debieras, con tesón creciente,
procurar que llegue sin tardanza el día
en que se realice la gran profecía
del caudillo magno de este Continente.

Y habrá de cumplirse tan hermoso sueño!
Mas es necesario que todos tus hijos
por tu gloria luchen con tenaz empeño.
Que no haya en el Istmo ningún panameño
cuyos pensamientos no estén en Ti fijos.

Patria de mis goces y melancolías;
dulce inspiradora del más noble anhelo:
Mientras vibra el eco de tus alegrías,
dejo en tus altares las estrofas mías,
puras, como el bello fulgor de tu cielo.

Noviembre 3 de 1940
Publicado en:
Revista Lotería, Noviembre 1942, Nº 18