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Todos, todos cayeron en la fosa
impelidos con furia por la Suerte:
la Madre -reina de bondad-; el fuerte
Padre, y, también, la Abuela cariñosa.
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Arbusto que doblega la furiosa
catástrofe-, quedé tímido, inerte,
¡oh! casa, ¡oh! nido de mi dicha, al verte
llena de polvo, oscura y silenciosa...,
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miré, de pesadumbre conmovido,
los cortinajes del materno lecho,
donde exhalara mi primer quejido.
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¡Y, al retirarme, en lágrimas deshecho,
mi dolor, hondamente reprimido,
como un puñal me destrozaba el pecho...!
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Del libro: Melodías del pasado.
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