El Poema Del Ruiseñor, por Ricardo Miró
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Desde la rama del ciprés dormido
el dulce ruiseñor canta a la luna
y la invita a bajar hasta su nido.
Ya ves qué casto amor tan sin fortuna...,
y eso que el ruiseñor, en un descuido,
puede llegar volando hasta la luna.
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Envuelto entre la luz embrujadora
da al viento el ruiseñor todas las galas
que su garganta mágica atesora;
y la luna se vuelve toda escalas
de seda y luz... (La luna diz que ignora
que su dulce cantor tiene dos alas...)
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Calla el agua en los claros surtidores,
se aduermen los arroyos cristalinos
y se despiertan a escuchar las flores.
Astro y pájaro, a un tiempo, están divinos...
y ella baja hasta él vuelta fulgores,
y él asciende hasta ella vuelto trinos...
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Lleno de sombra y de quietud, como una
pupila abierta al cielo indiferente,
un retazo perdido de laguna
sueña en la fronda del jardín... Presiente
la pálida belleza de la luna
aquel espejo claro y transparente.
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El ruiseñor solloza dolorido
envuelto entre la luz embrujadora
cuando calla, de pronto sorprendido,
porque desde la rama en donde llora
advierte que la luna se ha caído
y flota sobre el agua onduladora.
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Calla el agua en los claros surtidores,
se aduermen los arroyos cristalinos
y se despiertan a escuchar las flores.
Luna y pájaro, a un tiempo, están divinos...
y ella asciende hasta él vuelta fulgores,
y él desciende hasta ella vuelto trinos.
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El pájaro suplica, impreca y canta,
mientras se multiplica a maravilla
la flauta de su eclógica garganta...
y salta alegre al ver cómo se humilla
la luna, que corriendo tras su planta
se viene sobre el agua hasta la orilla...
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Ante el dulce deliquio que le miente
la luna, riendo en el cristal del lago,
loco de amor el ruiseñor se siente,
y respondiendo al amoroso halago,
hunde el pico en el agua transparente
y se bebe la luna trago a trago.
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