Tengo una novia nueva,
agridulce y rosada,
sabrosa como un gajo de guayabas maduras,
sabrosa como un labio seductor, prolongado.
|
Tengo una novia dulce,
una novia más novia que las
que antes tuviera;
parece una sonrisa que volará en el aire,
y parece una luna soñadora, azulada.
|
Tiene los ojos grandes
y los labios delgados.
(Los ojos, ¿son azules, son negros o son garzos?).
|
Tengo una novia leve
como un jirón de viento,
una novia que me ama con el cuerpo y la cara,
con el alma y los labios,
con el jugo agridulce de sus ojos extraños.
|
¿Cómo pudo mi sino depararme el milagro?
No me importa. Tan sólo
quiero ahora gritarle a mis cielos amargos:
–¡Tengo una novia nueva,
una novia más novia
que todas las mil novias que tú, cielo, has mirado!...
|
Publicado en: El Panamá América, de 14 de septiembre de 1946.
|