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Al General Carlos Albán.
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Tuvo arrebatos de León furioso
y ternuras de niño. . . Fue guerrero,
amó el templo, amó el libro, amó el acero,
fue sabio, fue cristiano, fue piadoso.
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Tuvo perfume de vergel umbroso,
tuvo dureza de peñón severo
que impasible resiste el golpe fiero,
en mar sañudo, de huracán rabioso. . .
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Hubo en él la poesía de una estrella
y el fuego de un volcán que hirviente asoma,
hubo en él esa cólera tan bella
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que vence y ante el ruego se desploma;
fue cirio con fulgores de centella,
águila con dulzuras de paloma.
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Publicado en: Parnaso Panameño, de Octavio Méndez Pereira.
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