La lechuza, el perro y otros animales,
por Rodolfo Caicedo
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Reunidos una vez los animales
(hablo de irracionales)
trataban de elegir alguna bestia
que ofreciendo en el solio buenos frutos,
se dignara tomarse la molestia
de regir los dominios de los brutos.
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Se propuso al León, y con voz dura
la tal candidatura
fue rechazada, pues la turba opina
que su franqueza y majestuosa audacia
pueden servir de perdición y ruina
en asuntos que piden “diplomacia”.
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Se trató del caballo. Mucho menos!
Pues, dócil a los frenos,
su carácter al Zorro no conviene,
que necesita libertad completa
para ejercer la profesión que tiene
con la cual a su antojo se repleta.
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Indicaron al Perro. Es un gran bobo
(dijo indignado el Lobo),
si lo nombráis nuestra desdicha labra;
es tonto que alardeando de nobleza,
por darle cumplimiento a su palabra
dejaría que le corten la cabeza.
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Alguien pidió al Conejo. No me agrada
(exclamó destemplada
una Serpiente de maligno tono)
y me admira que ustedes disparaten;
ese es un inocente sin encono,
incapaz de morder aunque lo maten.
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Sea el Venado. No quiero. ¡Es un odioso! . . .
Dijo el Ratón goloso,
pues la buena conducta del Venado
le hace temer durísimo reproche
cuando pretenda el pillo redomado
visitar las despensas por la noche.
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No faltó en el Congreso algún sopapo,
hasta que al fin el Sapo
fue investido del mando. ¡El Sapo hediondo!
Y como se asombrase el noble Perro,
la Lechuza le dijo desde el fondo
asqueroso y maldito de su encierro:
–Pues, ¿de qué, gran imbécil, te sorprendes?
Acaso tú no entiendes
que en estas ocasiones la hidalguía,
el valor, la bondad, causan perjuicio?
Y que el Sapo estudió filosofía
y conoce las tretas del oficio?
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Es de tierra y de agua. Si en su coche
la reina de la noche
recorre el cielo, la saluda afable,
cantando en el pantano donde vive;
si se levanta el sol, con tono amable
en triunfo desde el cieno lo recibe. . . .
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¡Cállate, mentecato! Por tu crítica
ya veo que de política
tú no entiendes ni jota. Si tú fueras
a Colombia, la tierra de los guapos,
allí seguramente descubrieras
¡todo el valor de los señores sapos!
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Publicado en: Itinerario de la Poesía en Panamá, de Rodrigo Miró.
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