Llevo una angustia en los ojos
y otra más honda en el alma
por haber visto estos cielos
y estos mares verde-plata.
Las manos pálidas traigo
y largas por la nostalgia,
gaviotas de picos rojos
sin un hogar ni una patria.
Tras esa sonrisa dulce
hay otra sonrisa amarga
por las sales de otros mares
y espejismos de otras aguas.
De arañar tanto el recuerdo
las uñas llevo gastadas;
la soledad ha vestido
de blanco todas mis lágrimas.
Quisiera volver a veros
esmeralda de mi patria,
Panamá que yo recuerdo
pequeña y enamorada
de los crepúsculos rojos,
sensual, joven, extasiada,
con el traje a la rodilla
y una cesta de guayabas,
mostrando los dientes blancos
y una cintura delgada.
Ciudad, cabellera al sol,
ciudad, música lejana,
peinándote rumorosa
entre abanicos de palma:
cuando yo te vuelva a ver
estaré ya tan cambiada.
Ha enmudecido la alondra
porque se rompió las alas.
Llevo una angustia en los ojos
y otra más honda en el alma...
Hoy, en lomos de un deseo,
he llegado hasta tu playa;
la realidad esquivando,
la realidad tan amarga.
De tanto cruzar los mares
ya no mido las distancias;
me echo a volar otra vez
goteando, vivas, mis ansias.
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