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Adiós a la infancia,
por César Young Núñez

Vivo en el deseo de encontrarla en un
mundo de paz.
                           Vinicius de Moraes.

Adiós infancia, ya te fuiste,
y yo no he de volver para encontrarte.
Inútil fue que te colgaras del tiempo
como un pez a un caballito de mar.
Quisiera verte ahora y llevarte de la mano
por las avenidas irreales del recuerdo.
Eras un valle de ternura,
sencillamente eso, un valle de ternura.
Nos queríamos tanto!
Querías ser pobre,
y ayudar a cruzar la calle a las viejitas.
Oh Dios mío! Que buenas eras, Infancia!

En el invierno la lluvia corría por los techos,
mojaba la ropa de las lavanderas,
danzaba por las calles, humedecía el rostro de los pescadores,
y viajaba en el navío blanco del alba.
La vida tenía el aroma de las tiras cómicas
y de los vendedores de frutas.
Ah!, la vida qué otra y qué distinta!

Oh, cómo quisiera no acordarme de estas cosas!
Dios mío, dame fuerzas!
San Gregorio Mártir, dame muchísima fuerza!
Qué haré contigo, Memoria, que me cuentas todo!
Pobre de mí! Jugabas a la gallina ciega,
eras a la vez Carlos Gardel, Joe Dimaggio y Kid Chocolate.
Paz! Paz! Memoria mía!

Perdóname. No quise recordarte
en esta tarde de mariposas bordadas en el viento.
Cálmate ilusión que un día fue mi infancia!
Recordar es triste oficio.
Y hace unos momentos estuve a punto
de derramar océanos de lágrimas,
ahorros de lágrimas.

El tiempo, claro y veloz,
se tragó los calendarios.
Yo no pude impedirlo.
Pensé que tal vez nada iba a cambiar.
El cine, la playa adonde ibas a soñar lejanos viajes.
El fantasma aquél que se me apareció en una noche de luna.
Las golondrinas del parque que dormían el verano.
Oh, cómo quisiera decirte esto sin herirte!
Tuve que olvidarte para ir a las trincheras de la vida.
Debo explicarte que no me fue posible recordarte.
Tanta nostalgia no era posible!
Tanto dolor no era posible!

Oh mísero de mi! Quisiera ser niño.
Matricularme en otra vida.
Aprender el lenguaje de los grillos.
Dentro de poco perteneceré al Partido Comunista.
Oh cállate ambición mía!
Si me fuera posible convivir con las hormigas!
                  (Santa María, Madre de Dios,
                  ruega por nosotros, ahora,
                  y en la hora de nuestra muerte.
                  AMEN!)

Mañana! Mañana!
Quién dirá que tú existías,
Infancia mía para siempre muerta!
La tristeza vive conmigo.
La pobreza vive conmigo.
No sé como decirlo: agua, música, flores,
cumpleaños, sexo, hambre, muerte.

Mamá! Mamá! No puedo sufrir más!
Científicos japoneses, auxílienme!
Ludwig Van Beethoven, acude presto
con tus variaciones para un poeta moribundo!
Rezad, rezad por mí, el poeta no respira.
Poetas rusos, poetas del Brazil y del Atlántico,
os encargo el epitafio a mi cadáver.

(Oh! Otra vez esa Voz! Tal vez la voz de la Infancia!
No puede ser. Tal vez el espíritu que cité
una vez en una sesión espiritista.)

Perdóname, Infancia. Perdónalos a todos.
Y si es posible, diles que no les guardo ningún rencor.
Que en mí vive el amor a la vida, el amor a los seres y a las cosas.
Y que espero finalmente pintarle dos alas a la Poesía
y llevarla al cielo de las musas.

Adiós, Infancia, adiós. . .
Adiós Infancia buena y pálida.
Infancia mía de mis buenos sueños.
Adiós te digo tiernamente. Adiós! Adiós!
Yo no he de volver. . .


Del libro: Poemas de Rutina.


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