|
|
|
La mano que esto escribe renacerá
del mismo vientre...
Borges.- La Noche Cíclica.
|
|
Yo recuerdo esta noche los paisajes nativos,
el rostro de mi madre, los ritmos familiares,
y el vaivén soñoliento de los altos palmares
en espera de justos ciclones vengativos.
|
|
¡Oh tú que de los años el regreso proclamas
cual fatídica norma de segura medida,
ojalá que las horas más dulces de la vida
dibujen nuevamente sus viejos anagramas!
|
|
Resurgirán los fuegos sagrados del instinto
(Ariadna de ojos verdes ha de cuidar mis pasos)
y venciendo peligros y desatando lazos
recorreré mi propio secreto laberinto.
|
|
Vendrán las escapadas del colegio, temido
por mi horror de teoremas y palabras en ando...
¡Oh gerundio soberbio que llegas cabalgando
a lomos de la frase de ritmo sostenido!
|
|
El corazón de nuevo sentirá los temores
de la primera cita con la verdad del beso,
y el orgullo y el miedo de ver mi nombre impreso
e ignorar si las Musas me darán sus favores.
|
|
Renovaré las noches de fiestas marineras
en las islas sonoras del moreno Caribe,
donde Afrodita, criolla, su desnudez exhibe
entre sones de Güiros y maracas rumberas.
|
|
Bajo la Cruz del Sur, he de encontrar la verde
promesa de unos ojos de frescor submarino,
pero fiel a los signos del arquero divino
haré como quien gana la fortuna que pierde.
|
|
¡Oh tú que vaticinas el regreso del día,
a través de las noches, a la aurora primera,
ojalá que la limpia mañana brasilera
encienda las cenizas de mi melancolía!
|
|
Después, junto a las fuentes musicales de Roma,
y en un París de fiebre y una Londres de bruma,
la juventud radiante derramará su espuma
bajo la invocación de la sensual paloma.
|
|
Y llegará la angustia del por qué de las cosas,
las enormes preguntas y las flacas respuestas,
y el saber que por siempre llevaremos a cuestas
tantas indescifrables verdades misteriosas.
|
|
Luego dirá de la vida, cabe Nuestra Señora:
¡Poeta, ya es el tiempo de la vendimia, paga!
Ya se agotó la viña cuyo licor embriaga
al pródigo del día, del minuto y la hora.
|
|
¡Oh platónico terco, vidente que predicas
la parábola cósmica del Retorno seguro,
ojalá que la vida, con su gesto más puro,
renueve los asombros de ayer que pronosticas!
|
|
Mas si el tiempo no puede desandar su camino,
ni repetir su misma deliciosa metáfora,
que me sirva el recuerdo como débil anáfora
de las ineluctables promesas del destino.
|
|
Porque pueden los hombres imitar a Odiseo
si regresan un día de los mares lejanos
a la tierra que nutre con sus jugos humanos
el vigor renovado de los brazos de Anteo.
|
"Tierra Firme", N°.3
Publicado en marzo de 1952
|