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Dejaste al fin la tumba de los Andes
Que dióte la victoria,
I vuelves con los lauros de los grandes
A honrar tu patria con excelsa gloria.
Sombra ilustre del mártir panameño,
Con llanto te saludo;
I no mi voz despertará tu sueño
Que el Tequendama en su rugir no
(pudo.
Quédate en paz, en medio de dos
Mares, en el centro del mundo,
Do pueda el libre levantarte altares
I verter llanto de dolor profundo!
Ahora ya mi patria te merece,
Cuando ella te relama;
Que el laurel de los grandes nunca
(crece.
Allí do la venganza el pecho inflama.
Como la vieja i corpulenta encina.
Ven a servir de sombra
Al ciudadano que hacia el bien camina,
I con genio i virtud su patria asombra!
I no permitas, no, que en esta tierra,
De todos codiciada,
Estalle cual volcán la cruda guerra,
Entre hermano i hermano provocada.
Tregua al rencor que a América se
(lanza
el fiero despotismo,
I habrá que combatir a fuego i lanza,
I vencer o morir con heroísmo!
I honre mi patria tu inmortal memoria
Con digno monumento;
Que con tu gloria ganará su gloria,
I con tu fama alcanzará su intento.
Así la senda el noble patriotismo
Encontrará en tu ejemplo;
Así cesa el estéril egoísmo,
Cuando ensalzada la virtud contemplo!
I duerme en paz, inmaculado Herrera,
En tu querido suelo;
Que, aunque es tu patria la nación
(entera,
Aquí, donde naciste, está tu cielo!
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