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Como José el tamborero
no lo habrá en el Interior.
Cuando tocaba tambor
se alegraba el pueblo entero.
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En el pueblo o en los llanos,
desde lejos, se sabía
cuando José le ponía
al tosco tambor las manos,
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Y la caja, musical,
en medio del socavón,
reía y lloraba, cual
si tuviera corazón.
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José amaba la bebida
con furor, desde muchacho,
y perdió toda su vida
cantando. . . y siendo un borracho.
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¡Eso era saber beber!
Y así cuando se jumaba
José en su toque lloraba
por una ingrata mujer;
mas nadie llegó a saber
a qué mujer él amaba,
porque su, amor fue discreto,
callado, triste y sufrido
amor que nació escondido
y que se murió en secreto. . .
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José, al pegar sobre el cuero,
casi loco se volvía,
y con su melancolía
se alegraba el pueblo entero.
Como José el tamborero
no lo habrá en el Interior.
¡Eso era tocar tambor!
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Del libro: Los gringos llegan y la cumbia se va
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