Se lamentan, chirriando, las dos ruedas
de marchar por veredas pedregosas.
Gimen las pobres bestias despaciosas,
pero siguen venciendo las veredas.
La carreta, olvidando la segura
marcha del tiempo inquieto y jubiloso
coloca en el paisaje su brumoso
cargamento de leña negra y dura.
Se revuelve el cantar del carretero
en el quieto silencio del camino,
mientras la yunta sigue el derrotero
con una lentitud que desespera,
como sí, pesarosa del Destino,
alargara la pausa de una espera.
Inédito. Publicado en: Itinerario de la Poesía en Panamá, Ediciones del Centenario, 2003.